Uruçuca, Brasil – Mukunã Pataxó recuerda que su tía comenzó a cantar momentos antes de que sonaran los disparos.
María de Fátima Muniz, de 52 años, era una líder espiritual entre los Pataxó Hã-Hã-Hãe, un grupo indígena del noreste de Brasil. Una mujer baja y seria, con cabello oscuro hasta los hombros, era conocida por guiar a su pueblo en oración y canto, su voz profunda y firme.
Pero el 21 de enero, esa voz no pudo sofocar la violencia que estaba a punto de estallar en las verdes colinas en las afueras de Potiraguá, una ciudad en el estado de Bahía.
Unos 50 miembros de la aldea de María se habían reunido allí para acampar un día antes, en un esfuerzo por recuperar parte de su tierra ancestral. Ella, su hermano el jefe Nailton Muniz y los demás activistas de Pataxó Hã-Hã-Hãe habían planeado plantar cultivos tradicionales en la zona: frijoles, yuca y maíz, además de hierbas medicinales.
Pero su presencia generó reacciones negativas entre los terratenientes locales. Pronto circuló por WhatsApp un mensaje en las redes sociales en el que se pedía a comerciantes, agricultores y terratenientes que “recuperaran” el paquete.
Más de 30 vehículos llegaron a la mañana siguiente, bloqueando el acceso a las carreteras. Posteriormente, el gobierno brasileño estimó que había 200 “ruralistas” no indígenas presentes. Algunos vinieron armados.
Mukuna dijo que la policía en el lugar había asegurado a los Pataxó Hã-Hã-Hãe su seguridad. El video mostró al grupo cantando en lo alto de un camino de tierra, mientras los oficiales permanecían a metros de distancia.
Sin embargo, las autoridades no hicieron nada, ya que los ruralistas levantaron sus armas para disparar, alegan el jefe Muniz y su hijastro Mukunã.
Los ruralistas abrieron fuego y atacaron al grupo, hiriendo al menos a cinco personas e incendiando vehículos de Pataxó Hã-Hã-Hãe. El jefe Muñiz recibió un disparo en el riñón. Y su hermana resultó herida de muerte. Murió camino al hospital.
“La policía vigilaba todo”, dijo Mukunã, “como si no fuéramos nada para ellos”.
María se convirtió en el segundo líder Pataxó Hã-Hã-Hãe asesinado a tiros en el sur de Bahía en los últimos tres meses.
Su muerte ha planteado dudas persistentes sobre la violencia actual contra la comunidad Pataxó Hã-Hã-Hãe y si el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva podrá cumplir con sus promesas de defender los derechos indígenas.